Época: Reconquista
Inicio: Año 1212
Fin: Año 1212

Antecedente:
La batalla de las Navas de Tolosa



Comentario

Tras romper el frente almohade, y franquear la línea de colinas, las tropas cristianas se encontraron ante el Cerro de las Viñas, en el que al-Nasir había establecido su palenque. Se produjo el enfrentamiento en las suaves vertientes que se forman entre ambos cerros, precisamente donde nace el Arroyo de los Quiñones. La ruptura de esta última defensa de los almohades debió ser acometida casi a la vez por los tres cuerpos de ejército cristiano: por el centro, los castellanos, mientras que catalano-aragoneses y navarros fueron los encargados de cerrar las pinzas de la tenaza alrededor del enemigo.
Más tarde, las alas quisieron capitalizar el protagonismo de la toma del palenque. El historiador Argote de Molina (Nobleza de Andalucía, Jaén, 1957, pág. 103) afirma que Aznar Pardo (uno de los jefes de la segunda línea catalano-aragonesa), precisamente por haber prendido fuego al palenque, tomó como armas heráldicas tres tizones verdes con llamas rojas en campo de oro. Mientras García Romero, que mandaba la primera línea, habría sustituido en su escudo el águila negra en campo de plata, por tres estacas de oro encadenadas en campo rojo.

Sin embargo, en el sentir popular, ha quedado Sancho el Fuerte de Navarra, como protagonista del asalto al palenque y la leyenda de que adoptó como blasón las cadenas que lo rodeaban. Esas cadenas, según asegura la tradición, son las que todavía se conservan en Roncesvalles. Sin embargo, ni su protagonismo ni su papel en la batalla de las Navas parecen decisivos. No podían serlo, pues a lo sumo sus fuerzas constituirían un 4 ó 5 por ciento del total del ejército cristiano; en consonancia, ninguna de las crónicas contemporáneas le otorga un papel relevante en la victoria, y el estudio pormenorizado del desarrollo de los acontecimientos de aquel 16 de julio contradice, también, su encumbramiento, promocionado mucho mas tarde. Tampoco las cadenas y la esmeralda del actual escudo de Navarra se remontan en su origen a la batalla de las Navas. El escudo de Sancho el Fuerte, águila negra sobre fondo rojo, se mantuvo hasta la muerte del rey, y lo sustituyó su sobrino y heredero, Teobaldo de Champagne. Las cadenas y la esmeralda son muy posteriores.

Los castellanos también tienen su leyenda sobre el asalto del palenque. Según ésta, fue Álvaro Núñez de Lara, alférez Mayor de Castilla, quien, a lomos de su caballo blanco, pasó por encima de los defensores negros encadenados, rompiendo su línea defensiva.

Pero regresemos al último acto de la batalla. Hasta ese momento, al-Nasir, vistiendo una capa negra y con el Corán en la mano, había estado observando el desarrollo de la lucha desde la tienda roja. Cuando vio cómo avanzaban las líneas cristianas, a la par que su ejército se desperdigaba por el quebrado terreno, supo que la batalla estaba perdida y que poco podría ya hacer su guardia. El arzobispo refiere: "entonces el rey de los agarenos, a ruego de su hermano que se llamaba Zeyt Avozecri, recurrió a la huida a lomos de una montura entrepelada y llegó hasta Baeza, acompañado en el peligro por cuatro jinetes". La batalla había terminado, comenzando entonces la persecución de los vencidos, que la caballería prolongó cuatro leguas (22 km), hasta que se les hizo de noche, hacia las 21 horas.